Por Jesús I. Calleajas
SOY AMADO…
Síntoma alarmante: tres días sin bañarme. Extraña metamorfosis. Las axilas derechas me olían a cebolla primero, al rato a veneno para cucarachas; a naftalina la parte izquierda. Sí, la figura en el espejo es otra… Sin embargo, las semanas siguientes dos duchas diarias. Limpiar la mente es más complicado. El aroma a huevos fritos y café de moka me dice que a la vida le importo un carajo. Tal vez me engaño. Café y huevos. Concluyo, ingenuamente, que todo lo leído y vivido de poco me ha servido. Algo emerge innegable, intacto en su crucial brutalidad: este mundo es un malsano campo de batalla. Quien crea que viene acá en busca de paz anda errado. ¿Acaso no queda aseverado (o así lo aseguran los cronistas humanos) en Mateo 34?: "No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada."
Y espadas, metralla y bombas han llovido sobre nosotros. ¿Debe la especie pagar por el "pecado original"? Y, ¿qué de los que no comprendemos ni aceptamos el pecado? Intento relajarme. Darle tiempo; la pastilla es indefectible... Temporal, como todo en estos lares. Hace años una madura profesora de historia, ocultando su fino catálogo de arrugas bajo tres diques de bisturí y peluca ceniza, sentenció en tono deliciosamente confidencial: Estemos atentos, joven amigo; están complotando para des-occidentalizar Occidente. No comprendí qué quiso decir; ¿a quiénes se refería: Asia, Medio Oriente?, pues rehusó decir más, pero respondí impulsivo: Profesora, opino que el antagonismo no radica en Occidente contra Oriente, sino en el hombre contra el hombre. No obstante, ella aún es, con sus credenciales de sólidos pechos, defensora del libre albedrío, del admirable poder colectivo frente a los eventos... Pagué el pase del autobús; lo he usado varias veces; lamento que los vehículos no circulen desiertos. Cuando no son los borrachos impertinentes (uno cayó sobre una anciana) son las mujeres cotorreando sin parar.
Basta de tantas voces; bastante tengo con las mías; con las que agobian este altoparlante de textos laicos. Aquí me declaro respetuoso con Platón insistiendo en la opinión, la traviesa doxa, y no en el conocimiento. Se equivoca: no se permite ningún punto de vista relativo. ¿No? Que yo sepa... Que usted sepa; entonces, seguimos en lo mismo. ¿Por qué algunos días venero el afán de preservación y otros favorezco la anarquía más zafia? Porque estoy dañado. En la pulcra antesala de la consulta psiquiátrica recogí un folleto que dice: "¿Se siente deprimido? La depresión es una enfermedad. Algunos indicios: estado anímico de tristeza permanente, falta de deseo para desempeñar actividades, comer mucho o menos de lo habitual, insomnio o dormir demasiado…" Mencionan diferentes medicamentos y terapias. Actualmente arrastro los referidos síntomas, menos el insomnio. Previamente dicho: duermo demasiado. Ayer, por ejemplo, dormí quince horas.
Me inclino humilde ante ti Locura, icono supremo de nuestro tiempo. Salve, sublime Locura, ¿individual o seriada, qué importa?, eres el ídolo final por ubicar en el decrépito pedestal de nuestro credo. Ante ti me regocijo ahíto de disparates y terrores, bendecido por el estigma que expeles sobre la estolidez de los que alientan. Inefable divina: rescátanos de la corrupta cordura de aquéllos que intentan reivindicar este mundo cuando no hacen sino empeorarlo machacando a los demás. Eres fase álgida en destinos activados con perversa cuerda. Planeo alto viendo cientos de ciudades paralizadas por estar las desidiosas moléculas bebiendo vino en un show de modas; ¿cómo culparlas por su veleidosa agenda?
Entonces, ¿a quién culpar? Olvidemos la culpa, olvidemos rencores. No olvidarás; he ahí la maldición genética de ustedes antropomorfos patéticos. Entonces tú, o ustedes o lo que mierda sea, son irremediables granujas, el epítome de la perversidad. No animosidad hacia ti, Locura. Te adivino inocente de esta constitución oprobiosa, malsana e imperfecta; nos amas al besarnos con el supremo filtro de la amnesia. Si no eres nuestra creadora puedes ser nuestra curandera. Ven a paliar mi desventura. Con eso me basta; con el noble, único don que te ha sido concedido, Locura amante; el único que, en semejante caos, nos santifica dignamente. ¡Suéltenme, cabrones! Bautiza este manicomio descomunal, abre la crujiente puerta, lanza la llave al abismo cósmico, déjanos viajar tranquilos uno y cada sistema planetario mientras soltamos pedazos: disolviéndonos en el cieno de la vastedad universal. ¡Hazle perder conciencia a este yo desgastado! Hermosa Locura, eres el don que Pandora, desdichada incauta, olvidó; eres diáfana salvación, la más preciada joya en la nefanda caja humana.
Me envuelve pavor súbito, me causa sufrimiento saber de la eventual desaparición del ego. Cuántos farsantes aconsejan a otros la supresión del ego para mejor controlar sus indecisos tropezones por el peregrinaje de la vida, mientras se nutren de imbéciles como insaciables sanguijuelas. Quien vive a la deriva tiene la obligación de aferrarse a sí, básico asidero de identidad. ¿Acaso Yo no significa ego en latín? Bajo constante asedio de las jaurías oportunistas. ¿Qué dice? Ah, sí, que no depende de usted. Bueno, entonces esta plática carece de sentido. Me refresca releer Elogio de la locura.
Desiderio Erasmo fue un humorista con cerebro, algo inusual; su mezcla de estoicismo e ironía lo salvó de perder la cabecita como sí le ocurrió a su amigo Thomas More, que proponía -aun en plan de sátira como afirman algunos-su Utopía, un "paraíso" socialista más estado policiaco que comuna, en el que licor y prostitución serían condenables. Abominable y ridículo “paraíso” terrenal. Si nos quitan esos goces qué nos quedaría. Nada hay peor que un hombre intachable. Porque a pesar de no haber cultivado expertamente -como debía- ambos placeres creo injusto que sean erradicados de la imperfección humana. ¡Carajo, que copulen, que se emborrachen, que fumen “yerba” y huelan hasta soltar las suelas! Que disfruten, en especial los jóvenes; ah, pero con mesura, que los gobiernos quieren vernos convertidos en zombis; los poderosos requieren de su cuota a costa de la inmolación ajena. Sí, estoy por la juventud, pero por la juventud inquieta, solidaria, idealista, noble.
Queridos muchachos: Hagan su labor social, pero jodan. Jodan mucho, pero con cautela para no terminar convertidos en despojos. ¡No hagan caso de los granujas que nos reprimen usurpándonos derecho al goce, idiotizándonos para incautarse nuestra tajada del sensual festín! ¡Que no se les escape la vida, no esperen la ridícula ancianidad cagona para atreverse a vivir; ¡éste es el momento! No se tuerzan como nuestra generación de castrados… ¡Ahora es cuando es, coño! Soy compasivo... y ni siquiera eso depende de mí. Mejor suicídate. ¡Suicídate tú! ¿El ahora pasó, el pasado vendrá? ¿Cómo se suicidarían una urraca miope o un pez pega cojo de aletas; cómo troncharía sus venas de molino la escurridiza jirafa morfológica convertida en puta sin vocación; oportunista, no peripatética; sí, autosuficiente incapaz en las doradas playas de Bajagracia, tentadora capital sifilítica? ¿Por qué será que las putas más prosaicas, empeoradas por su acartonada erudición, vienen a parar a esta ciudad de mierda? He volado sin descanso durante la madrugada.
¿Nunca en la cerca? Bien, ellos están del lado de la culpa, yo estoy del lado de la angustia. Si ello significa guerra entonces nos jodemos. Debo asumir el estoicismo dinámico. Ser bipolar es tarea complicada. Me he puesto a revolver eventos. Pese a moverme con pereza agobiante (sí, señor, pues incluso la vagancia agota) estoy petrificado, viajo inamovible (Heráclito y Parménides en plena contienda) a través de libros, portando la levedad de una sonrisa, del apunte casual. A las vibrantes láminas griegas agregué una reproducción de El nacimiento de Venus, de Botticelli. También clavé un pequeño retrato de Andrzej Wajda junto a una foto del busto de Heráclito cercano a la imagen de Schopenhauer. ¿Estricto con mi régimen de píldoras? El doctor se las traga por arrobas mientras yo receto en su lugar.
La plataforma donde se encuentra su escritorio comienza a voltear como en un musical de Busby Berkeley, multicolores focos devanean sobre nuestros rostros, la partitura ejemplar de Broadway ensordece ojos. ¡Grandioso; no, mejor, grandilocuente! Le canto, garabateando tesitura de tenor, sin dejar de escribir impetuoso: Vas bien, pero tienes que poner de tu parte… Se levanta con sombrero de copa y bastón, rodeado de coristas, se aleja en trasiegos de tap, salta por la imperial ventana, cae sobre el techo de un autobús que se pierde polvoroso en ala de aeroplano. Ni Gene Kelly lo haría mejor antes de cantar bajo la lluvia. Doctor, me ha dicho el tipo apenas hace cinco minutos: No creo en la democracia. Le respondo: ¡Bien! Es el peor engaño del mundo contemporáneo; nada que ver con los antiguos para quienes predominó el honor. ¿Es el suicidio acto refinado o muro visceral? Es grosero. El suicidio es un estilizado acto de narcisismo. ¿Y no lo es, por cierto, la búsqueda divina la grosería culminante, la vulgaridad suprema? Todo por la penumbrosa, abyecta concesión de un nombre.
Considero a los ateos ingenuos. Más pesado es el fardo que cargamos los que nos decimos agnósticos, pues en la actualidad muchos prefieren ser ateos confesos ante la lluvia de injurias que les caen por no “definirse”. Ya no está de moda declararse agnóstico. La fe es un don y por ende innegociable. Nos abruman machacantes con su optimismo fariseo, pero no importa: contribuyo a la permanencia del mundo sacrificando pedazos de esta complexión. Cada vez que alguien me dice que la vida es bella quisiera que se volatilizara. ¡No se pierda Cartografía del miedo! Estrena el viernes en esta misma sala.
Me veo -no sé desde dónde rayos, pero me veo- en la cocina ante el pollo crudo que llega en plato con caja de bolas. Cebollas, ajos, pimentón, curry, ají. Píldoras y lluvia: concertación. La profesora de historia y el budista -los presenté a la sombra de un café con crema; compartían opiniones más afines de lo que esperaban- han contraído matrimonio y andan de luna de miel entre Calcuta y Roma. Eso me comunicó Jaruco, que pese a sufrir de perpetuo estado alucinatorio no le llega a los talones en mitomanía a otros “lúcidos” divulgadores de nuestra archivos barriobajeros. El matrimonio no ha decidido si regresar a Bajagracia. Harían bien en no volver. Esto es un gigantesco estercolero: involución, cuando no inmovilidad. Estoy repasando el folleto: "El trastorno bipolar es un trastorno afectivo en que el afectado alterna entre la depresión profunda y la extrema alienación."
Capítulos anteriores:
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7153
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7174
Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231
Capítulo IV en: http://revista.escaner.cl/node/7294
Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314
Capítulo VI en: http://revista.escaner.cl/node/7356
Capítulo VII en: http://revista.escaner.cl/node/7393
Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432
Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7472
Capítulo X en: http://revista.escaner.cl/node/7490
Capítulo XI en: http://revista.escaner.cl/node/7526
Capítulo XII en: http://revista.escaner.cl/node/7557
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/Fechade Publicación: 01-21-2013
@copyright Prohibida su copia sin la autorización del autor.
http://www.bookrix.com/-jesusicallejas
Email sibaritamito@gmail.com
Jesús I. Callejas(La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.
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